….Al Cone y a Cucurto
El día que recibí la novela, fue un día común .lo que yo no sabia era que de un momento a otro se tornaría en flor de día, de esos que hay que guardarlo en el alhajero de la abuela y no sacarlos de allí nunca mas pero saberlo allí siempre.
En fin, casualidad o no que fuera aquel día que me encontré con un montón de recomendaciones atrás de una novela que me daba un amigo.
De esas que nunca faltan cuídala como si fuera tuya etc. etc.
Lo que por supuesto creí no haber escuchado hasta que sucedió.
La había fondeado en el portafolio, como casi siempre hago con todos mis papeles sin ninguna cocarda particular, sin ningún miramiento especial cayó en el lugar que le tocaba por casualidad, por descarte o simplemente por que si. Seguro había encontrado su lugar.
En los 45 minutos que demore en conseguir un ómnibus, me colgué como siempre en pensamientos varios ninguno de los que pueden hacer ganar a uno un premio Nóbel, ni nada de eso .al final después de tanta espera pude hacer aquel gesto ciudadano, excitante trascendente de parar con un dedo una maquina infernal de ventanas y asientos.
Momento sublime en el que me siento siempre un súper héroe.
Después, segunda misión cazar un asiento, no costó mucho el ómnibus estaba vacío.
Porta folio en falda, y bufanda a la espalda, me acordé de la novelita.
Es cuando busco algo en el porta folio, cuando me convierto en un perfecto usuario del sistema braile.
Mis manos revuelven adentro de aquel mundo letrado al pedo, entre todos los papeles el que quiero.
Pues bien, buscaron mis manos en primer término, después mis ojos y nada la novela no estaba. Momento lindo, en el que uno revive todas aquellas recomendaciones que hasta el momento parecían al santo botón.
Transpiración, angustia y un sin fin de otras yerbas pasaron por mi, y la novela seguía sin estar.
Así que comencé a esgrimir las diferentes estrategias, como un gran militar, uno comienza a buscar aquella que mejor se ajuste al momento.
No se me ocurrió ninguna que pudiera ser valida, ninguna que pudiera dar y quedarme tranquilo que podía ser creída.
Para mejor no había leído ni el titulo, no tenia idea de que venia la novela, lo que ni si quiera me daba la posibilidad de estirar un poco la agonía haciendo algún comentario boludo como si ya estuviera sumergido en la lectura.
Solo tenía el autor, y nada más, sabia que era una novela de Cucurto.
Que hacer, fue mi ejercicio intelectual en las dos semanas que siguieron al suceso.
Tarea que por momentos me provocaba un agotamiento extremo y me hacia dormir horas de mas.
Hasta que por fin una idea comenzó a dar vueltas en mi cabeza, escribir una novela, escribir una novela y entregarla como la pérdida.
Así fue en los próximos días. Solo la escritura fue mi tarea, hasta licencia especial en el trabajo para cumplir con el cometido
En un par de meses estuvo terminada.
Preciosa, redondita rozagante la nueva novela, la leí hasta el cansancio y estaba seguro de mi obra. Aunque eso no significara nada porque no se nada de estilos literarios y menos de escritura.
Faltaba el punto final, la lectura del dueño de la novela anterior.
El día de la entrega fue todo un acontecimiento, ensayè frente al espejo las caras, las poses, de manera tal de ser lo mas natural posible.
Por fin llegó el momento, entre vinos y asado saque de mi bolso la novela y la entregué.
Su dueño la hojeó un poco, y con tono entusiasta pronunció aquellas palabras que nunca hubiera esperado.
¿Una nueva Novela de Cucurto?. Deberías haberte llevado la que te ofrecí el otro día.
Me empiné la copa, tragué el vino más rápido que nunca y barajé todo el tiempo que había perdido o ganado.
Quizás mi novela tendría una buena crítica, solo quizás.
Ahora la novela de Cucurto estaba en el bolso, antes de guardarla leí el titulo por si a caso.”El amor es mas que una novela de quinientas paginas”
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