sábado, 7 de noviembre de 2009

Aguanta el tono. Como si fuera el mayor escenario en el que se puede cantar.

Sin importarle, que las voces de los otros, los verdaderos hacedores, le tapen la suya.

Aguanta el tono hasta hinchar la garganta. Porque de esa manera se siente allí siendo espiado, vivado por muchedumbre imaginaria.

Mientras el disco corre bajo una luz óptica que lleva al final la canción, la emoción.

Entonces espera, el domingo que viene, para entrar al campito de enfrente.

Por el túnel de árboles, con muchedumbre de tres o cuatro tipos que pispean el picado final de una serie de cuatro contra el cuadro de siempre.

Regresa a las duchas de uno solo, se comenta el partido empatado.

Mientras cuelga la toalla, piensa que casi fue, pero no pudo ser.

Y se da cuenta que otra vez se comienza a atragantar con un lunes……como siempre.