Le había jugado al mismo numero y a la cabeza infinidad de veces.
Por aquello de que a la suerte hay que tentarla.
Hasta que un buen día se olvido de tentar lo imposible y se dedicó a los menesteres que hoy le ocupan.
Menesteres estos que le hacen pasar algunos días tranquilos y otros como este no tanto.
Pero bueno como dice la canción “días son días”, pensó y siguió caminando por el medio de las vías del tren.
Calle segura cuando se teme siempre que un patrullero le este pisando los talones a uno.
Por las vías solo había que tener un poco de cuidado al tren que pasa dos veces al día.
Dos veces, como el 22 que son dos veces dos, el numero de su no suerte .el de la cabeza.
Llego a la estación, el tren aun no había pasado y no había milicos en la vuelta.
Sacó un boleto, miró el numero 4322, no pensó nada porque él no estaba pensando como nosotros en el 22.
Espero el tren callado, mirando a la nada, saboreando la suerte de quien escapa después
de creerse perdido.
Una ráfaga de ardor lo atravesó en un costado, de lejos el hombre guarda un revolver 22.
Esta vez la suerte había caído en la trampa….